El principal culpable, según los investigadores, es el uso intensivo de plaguicidas en grandes extensiones de cultivos de monocultivo, especialmente trigo y maíz.
El problema no es que las aves sean envenenadas, sino que han desaparecido los insectos de los que dependen como alimento.
«Casi no quedan insectos, este es el problema principal», dijo Vincent Bretagnolle, ecólogo del CNRS del Centro de Estudios Biológicos de Chizé.
Las poblaciones de aves de todo el paisaje francés han caído un tercio durante la última década, según dijeron los investigadores.
Docenas de especies han visto disminuir su cifra, en algunos casos por dos tercios, concluyen los científicos en un par de estudios: uno de alcance nacional y otro que abarca una gran región agrícola en el centro de Francia.
«La situación es catastrófica», dijo Benoit Fontaine, biólogo de conservación del Museo Nacional de Historia Natural de Francia y coautor de uno de los estudios.
«Nuestro campo está en proceso de convertirse en un verdadero desierto», expusieron en un comunicado publicado por el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS), que también contribuyó a las conclusiones.
La agricultura debe transformarse en ecológica y biodinámica como ya ha hecho en gran medida el sector vitivinícola
En España, el sector vitivinícola ha sido pionero en la transformación hacia una agricultura ecológica y biodinámica que rechaza el uso de productos químicos de síntesis.
Pero la mayoría de la agricultura y ganadería intensiva sigue siendo de producción química. Este es uno de los factores, seguramente lo más importante con creces, sobre el declive de muchas especies de aves y otros organismos asociados a nuestros hábitats agrícolas.
La afectación de estos productos sin embargo, no sólo es sobre las pequeños invertebrados y pájaros, sino qué se traspasa, indefectiblemente, a los consumidores humanos. Sabemos que muchas de las enfermedades graves que padecemos, en un 50% aproximadamente, tienen un origen ambiental, es decir, no son por causas genéticas.
Es hora de que la administración afronte este grave problema y reconduzca a la agricultura y la ganadería hacia una producción ecológica y biodinámica respetuosa con la salud y la naturaleza.
Pero no todo acaba aquí. También es urgente que los productores adquieran y apliquen buenas prácticas en la gestión de sus campos. La destrucción de los márgenes arbustivos y de plantas y flores, no aporta nada a la producción y reduce y afecta, de manera muy directa, a toda la fauna asociada de nuestros campos y que contribuyen positivamente en la agricultura, y que sólo por ignorancia y una mala formación e información se destruyen.